Seres vivos milenarios ¿el secreto de la inmortalidad?

Seguramente hayas oído hablar de las tortugas gigantes centenarias, de las medusas inmortales o de algunos árboles que datan de hace más de mil años. La esperanza de vida es diferente para cada especie y aunque hay organismos muy longevos, estas cifras superan lo imaginable.
Los supervivientes más famosos
Batir récords en longevidad tiene sus secretos, no se trata de operaciones, ni productos milagrosos, el secreto está en la biología.
Turritopsis nutricula, la fuente de la eterna juventud
Esta minúscula medusa (de unos 5mm) es conocida como la medusa inmortal. Para conocer su secreto tenemos que conocer antes el ciclo de los cnidarios.
Las medusas pertenecen al grupo de los cnidarios, que incluye a las medusas y corales. El ciclo vital de una misma especie pueden alternar estas diferentes formas de vida.
Los cnidarios tienen una fase de vida unida al sustrato, llamada pólipo, y otra de vida libre, la medusa.
Los pólipos son sésiles, tienen forma cilíndrica, con la boca y tentáculos dirigidos hacia arriba y se dividen por gemación en pequeñas éfiras, (parecida a una medusa pequeña). Las éfiras nadan libres con un movimiento de contracción y con el tiempo crecen y se transforman en medusas.
Las medusas sí tienen reproducción sexual y tras la fecundación producen una pequeña larva que se anclará a la tierra y formará un pólipo que comience el nuevo ciclo.
Turritopsis nutricula pueden revertir de fases de medusa adulta a pólipo gracias a la capacidad de sus células para desdiferenciarse en una célula madre que vuelve a diferenciarse en una parte un pólipo y así vuelve a comenzar su ciclo.

Las tortugas gigantes, Alagba y el solitario George
Las tortugas gigantes no llegan a ser seres milenarios, pero casi.
Alagba es actualmente, la tortuga gigante qué más años ha vivido, se cree que su edad rondaba los 344 años cuando murió. Existen otros muchos más ejemplos de tortugas centenarias, conocemos su edad aproximada por registros históricos.
Otro ejemplo digno de mención fue Jonathan con 255 años y el solitario George, el último de su especie, Chelonoidis abingdonii, la tortuga gigante de Pinta de las Islas Galápagos.
¿Qué es lo que conserva tanto tiempo a estos animales? Hasta la llegada del ser humano a las Galápagos las tortugas gigantes contaban con pocos riesgos para su supervivencia. Las posibilidades de ser depredadas se reduce en sus primeros años de vida, conforme van creciendo y su caparazón se endurece.
La pérdida y desplazamiento de su hábitat siguen siendo amenazas para estas especies, pero los ejemplares que llegan a la vida adulta pueden vivir una media de 100 años.

La secuenciación del genoma del solitario George y otras tortugas gigantes ha conseguido aislar una serie de variantes genéticas que podrían explicar la larga vida de estas tortugas:
- Variantes genéticas relacionadas con el envejecimiento. Encontradas en los genes relacionados con el acortamiento de los telómeros, uno de los principales factores del envejecimiento en los seres vivos.
- Duplicaciones de los genes de la función inmune. En la mayoría de las especies, la función inmunológica está bajo una fuerte presión selectiva y tiene importantes implicaciones en el envejecimiento y las enfermedades. Las tortugas gigantes parecen tener copias adicionales de estos genes, por ejemplo con los implicados en las funciones de los linfocitos T y las células natural killer.
- Variantes genéticas en el metabolismo de la glucosa. El metabolismo marca el ritmo de vida de las especies y varía según el tamaño.
- Alteraciones en los genes de supresión de tumores. Existe una relación entre la longevidad y aparición de cáncer que parecen saltarse estos gigantes. Los tumores son muy infrecuentes en las tortugas gigantes.
El secreto de los árboles milenarios
Sin duda otros de los grandes ejemplos de la longevidad. Hay tres características que ponen en común a los distintos árboles milenarios del planeta:
- Un crecimiento lento. Los troncos de los árboles crecen por capas alrededor de los haces vasculares que llevan la savia. Estas capas son tejido muerto que recubre y protege a la parte viva del árbol. Este modo de crecimiento explica la mayor longevidad de los árboles frente las herbáceas.
- Una gran capacidad de regeneración. Las yemas, semillas y esporas que pueden pasar largos periodos de letargo y volver a activarse cuando las circunstancias son mejores. Las nuevas ramificaciones aumentan el tiempo de vida del árbol.
- Alta resistencia al estrés ambiental. A temperaturas extremas, épocas de sequía, falta de nutrientes...
Todos estos factores dependen de la propia genética del árbol y las limitaciones ambientales.
Matusalén, el árbol más antiguo del mundo
Matusalén se ha ganado su nombre a conciencia, es un ejemplar de Pinus longaeva ¡de más de 5000 años! se encuentra en Bosque Nacional de Inyo en Estados Unidos.

Otro de los grandes supervivientes milenarios es el olivo de Vouves, en Creta, al que le han estimado unos 4000 años. Tampoco se quedan atrás el ciprés de Abarkuh en Irán o "el padre del bosque" en Nueva Zelanda.
Estos casos se salen de su media y nos recuerdan la importancia de estudiar la variabilidad del individuo para comprender procesos adaptativos. Por esta misma razón, no se conoce la ubicación exacta de muchos de estos seres milenarios, para protegerlos y conservarlos hasta que decidan dejarnos.
BIBLIOGRAFÍA
- Quesada, V., Freitas-Rodríguez, S., Miller, J. et al. Giant tortoise genomes provide insights into longevity and age-related disease. Nat Ecol Evol 3, 87–95 (2019)
- Piraino, S., Boero, F., Aeschbach, B., and Schmid, V. 1996. Reversing the life cycle: Medusae transforming into polyps and cell transdifferentiation in Turritopsis nutricula (Cnidaria, Hydrozoa). Biol. Bull. 90: 302-312.
- Sergi Munné-Bosch, Long-Lived Trees Are Not Immortal,Trends in Plant Science, 2020.
Deja una respuesta